jueves, 10 de febrero de 2011

Mi experiencia con la inseguridad

Anoche estuve en Hurlingham, en una reunión del EDE, partido en el que milito, lo que me dio la excusa perfecta para ausentarme del picadito de fútbol entre amigos. Es que hace tres años que no jugaba y volví la semana pasada y no pude aguantar más de 7’ en la cancha. Mis amigos me decían que Nike debería sacar un nuevo modelo de botines, los Kolu, con un 7 rodeado de un círculo. Sí llegué para el post mortem que siempre hacen los pibes, unas cervecitas en el club, y cuando cierran muchas veces la seguimos en la puerta de la casa de alguno. Yo, aprovechando que es mi última semana de vacaciones y que veo poco a mis amigos del barrio, me quedé.
Eran la 2:30 y estábamos Martín y yo en la puerta de su casa, hablando de bueyes perdidos. Pasaron dos pibitos, y por la manera que nos miraron le dije a mi amigo: “estos están bardeando, pero con la pinta que tenemos no se animaron a hacernos nada.” Pasó. Tengo 43 años y, salvo por un lapso de año y medio en que experimenté la convivencia con otra persona de la especie humana, siempre viví en Libertador. Mi barrio es como el patio de mi casa para mí. Jamás ando perseguido y espero seguir caminándolo con la misma naturalidad. A eso de las 3:00, yo estaba apoyado en el auto que estaba con los vidrios bajos, hablando con Martín y veo por un vidrio de la casa como se cruzaron los mismos pibes que habían pasado hace un rato. Ahí nomás pensé, “parece que sí se animan a ponernos.” Veo por el reflejo que me apunta al bocho y escucho el clak clak. “Las llaves del auto, las llaves del auto”, dice uno. “No es nuestro el auto”, dice mi amigo. Yo estoy apoyado en el auto con los vidrios bajos y pienso que no tengo ganas de salir en los noticieros, así que meto la mano en el bolsillo y entrego la llave. “Los celulares, los celulares”, mi amigo le da el suyo y yo le doy unos pesos que tenía en el bolsillo. Se fueron.
Llamamos al 911, a los minutos apareció un móvil, les describí el auto y encararon para el fondo. A los cinco minutos veo doblar a mi auto y nos metimos para adentro pensando que serían los mismos que nos robaron. Ahí nos dimos cuenta que era uno de los policías el que lo manejaba. Nos dijeron que los alcanzaron a unas cuadras y que los pibitos se tiraron y se fugaron.
El auto apareció al toque, le falta el auxilio, el cricket, tiene dañada una cerradura y un rayón en el capot. Qué se le va a hacer, por lo menos apareció rápido.
En cuanto a los pibes que nos pusieron, sinceramente, siento una profunda pena por ellos. No tenían más de 20 años y bien podrían haber sido alumnos míos. Es obligación nuestra trabajar, cada uno desde lo suyo, para darle a la cantidad de pibes que andan en banda, oportunidades de trabajo y estudio. Sigo convencido que la solución a la inseguridad no es la baja de la edad de imputabilidad ni la mano dura. Arreglar el tema llevará años, pero se deberá hacer implementando políticas de inclusión siempre en el marco democrático.