jueves, 28 de mayo de 2020

¡Adiós, papá!



85 años y 126 días, una vida plena. Los últimos diez años peleando con admirable valentía un cáncer de mierda.
Se fue mi viejo. Si bien ya sabíamos mis hermanas y yo de que este desenlace era inevitable, todo esto es muy doloroso. Hace un año su oncóloga le dijo a Estela que ya no tenía sentido seguir con la quimio, que le quedaban meses. Metió un año más pleno. Siempre pensando a futuro. Estando internado me hablaba de las fiestas, que teníamos que hacer algo liviano porque él estaba delicado. Hace dos meses, más o menos, lo acompañé al oftalmólogo porque tenía que operarse de cataras.
El domingo 17 de mayo llamamos a PAMI porque ya no comía ni tomaba líquido. La doctora  que lo vio dijo que tenía una deshidratación severa y decidió internarlo. En la UOM, donde capitaba, no había camas, y lo llevaron a La Merced de Martín Coronado. Hasta el viernes estuvo consciente y habló con nosotros y sus compañeros de internación. El viernes por la noche Gabi estuvo con él y tomó toda su sopa y comió. El sábado por la mañana estaba confundido, al principio no me reconoció. Intentó todo ese sábado comunicarse, ya no se le entendía. Al avanzar el día perdió el conocimiento, pero su corazón aguantó hasta el 27 de mayo de 2020 a las 16:30 h. Yo estuve con él por la mañana y lo afeité y peiné. Los tres, Gabi, Estela y yo, pudimos estar a su lado los últimos días, tomarle las manos, hacerle escuchar un tango, leerle una poesía.
Tuvo una vida plena: 85 años y 126 días. Vino a este mundo el 22 de enero de 1935 en Capital Federal, hijo de asturianos, Miguel Osvaldo y Antonia Méndez fueron sus padres. Su barrio de infancia fue Villa Ortúzar, Chorroarín y Ávalos la esquina de su casa. Tenía dos hermanos mayores que él: Miguel y Jorge, que lo precedieron en su partida.
Se casó con mi mamá Dina Esther Suárez, que se fue tempranamente en el 95 por un corazón débil. Tuvieron dos hijas y un hijo, un nieto y una nieta, quienes los recordaremos siempre con mucho amor. Yo todavía les debo un nieto.
Te voy a extrañar, papá. Admiro tu aguante y tus ganas de vivir. Siempre pensaste a futuro, siempre con esperanzas, nunca bajando los brazos. Eso quedó muy marcado en mí.
Te lloro, pero sé que te fuiste en paz.

In memoriam Horacio Héctor Colunga (22/I/1935-27/V/2020)




martes, 30 de octubre de 2018

Bolsonaro y el voto de la vergonha


A Porto Alegre hoy la gobierna un playboy, el hijo de un empresario, una especie de Macri, un tipo que nunca laburó. Pero esta capital brasilera supo ser allá por 1989 la primera ciudad con prefeito del PT: Olivio Dutra, quien instauró en la última década del siglo XX el presupuesto participativo, haciendo de Porto Alegre vanguardia de participación popular.









Más allá de Marchezan, el prefeito playboy al que hacíamos referencia, Porto Alegre es una ciudad progresista. El estado de Río Grande del Sur, en cambio, con sus estacieros y su tradición gaúcha y gringa, tiene un electorado mayoritariamente derechoso. Por ello es que el resultado del segundo turno entre Haddad y Bolsonaro, a favor de este último, estaba cantado.

Sin embargo, lo que aquí queremos resaltar es la diferencia de actitud entre los votantes de ambas opciones. El día de la elección salimos a recorrer la ciudad y el contraste era impresionante. Los adherentes al PT se paseaban por calles y parques enarbolando orgullosamente sus banderas, sus adhesivos de campaña en camperas, remeras y sombreros. Se saludaban entre sí mientras proferían con entusiasmo #EleNão y #VaiVirar. Por otro lado, y sabiendo de antemano el triunfo de Bolsonaro en el estado gaúcho, era difícil cruzarse con alguien identificado con el Capitán Bolsonaro. Ni calcos con su nombre, ni números 17 (el número de su lista). Apenas alguno que otro con una banderita brasilera o la camiseta verdeamarela. Como en todo el mundo, el fascismo se refugia en un falso y exacerbado nacionalismo. Pero casi ni se los veía, no se mostraban, y los que exteriorizaban su voto, lo hacían sin alegría.
Cada diez entusiastas votantes de Haddad, con suerte algún tímido votante de Bolsonaro. Pero allí estaban, yendo a votar, en silencio, con vergüenza. Aquí, en Porto Alegre, el voto a Bolsonaro fue el voto de la vergonha.

domingo, 18 de marzo de 2018

#Hay2019, Encuentro de la militancia en La Pedrera


El mediodía del viernes 16 de marzo, el gobernador de San Luis Alberto Rodríguez Saá abrió el Encuentro de la Militancia en la Arena de La Pedrera, en las afueras de la ciudad de Villa Mercedes de esa provincia. Las tribunas del estadio estaban repletas de militantes, y en el corral central había dirigentes que hace unos meses era impensado verlos juntos. El nombre que se le dio al enc

uentro, #Hay2019, dio la impronta de lo que se viene buscando: la unidad del peronismo y de todos aquellos que formen parte del campo nacional y popular, con el objetivo de recuperar la patria de las garras de este gobierno entreguista y revanchista.


“Tenemos que construir el camino, tenemos que construir la unidad”, subrayó en el saludo inicial Alberto Rodríguez Saá. Lo siguió en el uso de la palabra el Secretario General de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, quien denunció los numerosos aprietes de parte del gobierno nacional para hacer fracasar la iniciativa. “Que hayamos logrado llevarla adelante demuestra la voluntad de unidad”, señaló el docente. A su turno, Cristina Álvarez Rodríguez apeló a la memoria común que tenemos como militantes: “Una memoria que tenemos que honrar. Una memoria de Perón, Evita, de Nestor y de Cristina.”


Luego, el Diputado Nacional por la provincia de Santa Fe, Agustín Rossi, remarcó que nos enfrentamos a la peor derecha que se ha construido en Argentina. Dijo que este es un gobierno que extorsiona. Tampoco omitió mencionar que este es un gobierno que tiene presos políticos por los que pedimos. Respecto a declaraciones de Macri sobre el crecimiento económico, dijo que no sólo éste es invisible, también lo es la ética de este gobierno refiriéndose a las numerosas cuentas offshore en manos de funcionarios oficialistas y de la familia presidencial. Para finalizar su intervención, el ex Ministro de Defensa del gobierno de Cristina Kirchner dijo enfáticamente que “tenemos la obligación histórica de construir una alternativa, y lo lograremos con unidad. A los que dicen que va a ser difícil les decimos que no empezamos a militar hoy, que no somos una marca.”
Luego, el intendente de la ciudad de Resistencia, Coqui Capitanich, sostuvo que en La Pedrera había una militancia autoconvocada, “no queremos excluir a nadie, como dice Martín Fierro: “hasta el pelo más delgado hace sombra”.” “Gracias al peronismo hay Patria”, sentenció el chaqueño. La ex Diputada Nacional y actual Senadora Provincial, Teresa García, destacó la participación de las mujeres: “Vinimos mujeres de todo el país, con vocación federal. Esta unidad se construye con paridad.”
Otro de los que dieron el presente en La Pedrera fue el camionero Hugo Moyano. “Hay un gobierno ajeno a las realidades de los más humildes,” señaló, “el pueblo nos está pidiendo que nos unamos, no podemos hacernos los distraídos.” Por su parte, la Senadora Nacional por Mendoza, Anabel Fernandez Sagasti, pidió ponerse de acuerdo en el contenido para recién después ver quién lo puede representar. Y Vanesa Siley, Diputada Nacional y dirigente de Sitraju, pidió no mirar a los costados para ver qué está haciendo nuestro compañero. “Miremos para adelante para ver que está haciendo el enemigo. Un enemigo que quiere quitarnos derechos. Celebro que la dirigencia no mire para el costado,” finalizó la joven dirigente.
El último en hacer uso de la palabra fue el Presidente a nivel nacional del Partido Justicialista, el sanjuanino José Luis Gioja, quien agradeció este encuentro de la militancia, y destacó que lo institucional estuviera presente, “pero este encuentro se armó desde los ovarios y las bolas de los y las militantes.” Para finalizar citó una carta de Perón a Framini de 1961: “Es imprescindible dejar de lado aspiraciones, son todas genuinas, pero de lo contrario no tendremos anticuerpos para arribar a la unidad.”



domingo, 7 de enero de 2018

Porto Alegre

Cuando en julio de 2014 regresaba de Río de Janeiro en auto entramos sin querer a Porto Alegre. Apenas di una vuelta manzana en la zona de la Rodoviaria y retomé hacia la ruta que cruza todo el estado de Río Grande do Sul hasta Uruguaiana. Navegar esa tierra, con nombres tan gauchos como Rosario do Sul, Alegrete, y otros, me hacían sentir en nuestras pampas, "porque lo mismo que los hombres de otras naciones veneran y presienten el mar, así nosotros (también el hombre que entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura inagotable que resuena bajo los cascos." Recordaba cuentos de Borges, donde las fronteras entre Uruguay, Argentina y Brasil eran difusas, y todo era tierra de gauchos, y así es en efecto. Ese día me prometí conocer alguna vez el sur de Brasil. 


 

Aún no he conocido el estado en profundidad, pero hace poco más de un mes tuve la oportunidad de visitar Porto Alegre, su capital. Llegué el sábado 25 de noviembre, llovía mucho, y me fui en colectivo hasta el bairro Independência, donde Hosana y César me alojarían en un cuarto que tienen en su departamento sobre la Rua Gonçalo de Carvalho, la más linda del mundo, según dicen.
















Amén de la amabilidad de los anfitriones, y lo bien que me hicieron sentir, Porto Alegre es una ciudad amable. Caminé mucho por Independência, Bon Fin, y el Centro histórico. Fui a correr al Parque Farroupilha, y también por la zona donde me hospedaba, siempre me sentí seguro. 














El mismo sábado que llegué fui al Auditorio Araújo Vianna a ver el concierto que daba Alceu Valença, luego fuimos con Hosana, César, y unos amigos de ellos a comer a la Lanchería do Parque. Yo, siempre ansioso de probar sabores locales, pedí carreteiro de charque. El domingo por la mañana caminé la Brique da Redenção, una feria parecida a la de Tristán Narvaja en Montevideo. Allí conseguí un libro de Jorge Amado a 5 reales, un mate gaúcho típico, y remeras pintadas a mano. Hay de todo.




















Los primeros días de la semana tuve reuniones varias, en la Prefeitura, la Cámara de Vereadores, y en el local del PT de Porto Alegre, pero nunca dejé de recorrer la ciudad. El Mercado Público es un imperdible, allí compré tilapia y camarones para prepararles a Hosana y César un ceviche a la huguini. También en uno de sus pequeños restaurantes comí mocotó (un guiso de mondongo) con una Skol bien fría. Cuatro o cinco días después volví al mercado, esta vez para comer en el centenario restaurante Gambrinus, y volví a probar el carreteiro de charque.















Hablando de comida, en Porto Alegre también se comen unas regias carnes asadas. Al segundo día de estar, fui invitado por César a comer churrasco, asado por él. Algunas diferencias: no usan parrilla, sino que clavan los distintos cortes en varios pinchos que se clavan en la pared del asador mientras se van haciendo al carbón. Los cortes de carne que probé son picanha (cuadril), costela (tira de asado), maminha (colita de cuadril), chorizos, y pechito de cerdo, una delicia. Para comer afuera recomiendo la churrascaria Roda da Carreta, es un galpón grande donde espectáculo musical de por medio, se puede disfrutar todo tipo de carnes asadas.











Otras cosas que no hay que dejar de hacer en Porto Alegre: hacer el recorrido de la ciudad en el bus turístico, y pasear en el lago Guaíba a bordo del Cisne Branco, desde donde podrás apreciar hermosas panorámicas de la ciudad. Hablando de vistas, no te vayas sin visitar la Casa de Cultura Mario Quintana, desde cuya terraza se puede ver una bella puesta de sol. Mario Quintana fue un poeta gaúcho que vivió en ese edificio, hoy museo, cuando aún era el Hotel Majestic.
















Otro paseo que hice fue tomarme el tren en la estación Mercado hasta donde termina, Novo Hamburgo, una ciudad a unos 40 km. de Porto Alegre. Siempre que te guste conocer las ciudades desde el punto de vista de un lugareño, este es un lindo paseo.











Por último, estar en Porto Alegre implica que un día lo reserves para visitar Gramado y Canela, que son un par de aldeas como sacadas de los Alpes y enclavadas en esta zona serrana de Río Grande del Sur. Ahí, aparte de numerosos puntos de interés como la Catedral de Canela, o la Cascada del Caracol, Minimundo, o la compulsiva compra de chocolate, es obligatorio probar el café colonial. Esto es vino blanco y tinto de las serras gaúchas, jugos, innumerables platos de delicias saladas, innumerables platos de delicias dulces, decenas de mermeladas, y claro, café a vontade. Juro que esa es una mesa difícil de superar.
















Qué más de Porto Alegre, recorrer la Rua dos Andrades y alrededores y husmear en sus librerías (me traje Sem Rumo, Porteira Fechada, y Estrada Nova, las tres novelas de Cyro Martins que componen a trilogía do gaúcho a pé, y A Guerra no Bom Fim, de Moacyr Scliar), ir hasta la Usina del Gasómetro, tomar un café en Cidade Baixa,  y charlar con su gente, los brasileros más argentinos de Brasil.





jueves, 15 de junio de 2017

Malargüe

Malargüe es el departamento más sureño de Mendoza, tanto es así que en la actualidad es considerado parte de la Patagonia. Además, es la única región de la provincia donde no se produce vino.
Llegamos tras una gran semana en San Rafael al valle de Las Leñas. Un viaje apacible por la RN144 y la RN40, pero el tramo de la 222 es un verdadero desastre. Increíble que la ruta que te lleve al centro de skí más importante del país sea literalmente una seguidilla de pozos en toda su extensión. Paramos en el Pozo de las Ánimas y nos maravillamos, pasamos de largo la Laguna de la Niña Encantada, pensando pasar en otro momento, sin saber que no iba a poder ser. Llegamos al Apartur Hotel, Las Leñas es un lugar desolado en verano, la idea era ir y venir a Malargüe, pero no contábamos con lo desastroso de la ruta. Esa noche dormimos en el hotel sin saber si seguiríamos allí toda la semana o partiríamos a Malargüe. Yo era de la idea de quedarme, la semana estaba paga. Laura, en cambio, prefería perder la plata y rajar de esa desolación.
En principio, visitaríamos Valle Hermoso y después definiríamos. Un hecho fortuito nos dio la posibilidad de “mudarnos” a unas cabañas en Malargüe. Después de hacer un largo y sinuoso camino de ripio llegamos la Valle Hermoso, que -como su nombre lo indica- es hermoso: luego de manejar un buen rato a través de los Andes, divisás desde la altura una laguna azul y más formaciones rocosas. Un rato más y llegás a un lugar en el que por un módico precio podés pasar el día. Hay botes para remar por el lago, caballos para cabalgar, y la posibilidad de comerte algún chivito o cordero, al disco o a la parrilla. Optamos por un chivito al disco, acompañado de un buen tinto. Ah, el hecho fortuito: la silla de Lau se rompió, con tanta mala suerte que se le incrustó un clavo en la pantorrilla. Se hizo una herida bastante profunda. Por suerte, había gente de gendarmería con un botiquín y le hicieron las primeras curaciones. Pero como mi compañera es bien guapa, se la bancó hasta la sobremesa. Volvimos a Las Leñas y le hicieron cinco puntos de sutura y nos sacaron 5 gambas (la única obra social que tenían era OSDE). Pero esa herida pedía con urgencia una antitetánica, y en esa salita casi desierta en enero no había posibilidad, había que ir al Hospital de Malargüe. Lo que en otra situación hubiera sido un garrón, para nosotros se convirtió en nuestra salida de Las Leñas, a la que habíamos caído en pleno enero pensando que iríamos y vendríamos con facilidad a cualquier parte del departamento, algo que por el estado de la ruta y las distancia sería imposible. La emergencia médica y la buena voluntad de la gerenta del Apartur hizo que nos decidiéramos comunicarnos con la empresa Despegar y nos hagan la devolución de los seis días restantes. De ese modo pudimos huir de Las Leñas y alojarnos en las Cabañas Caligüe, a metros de la RN40, por la calle que choca contra el Malargüe Hotel. Si anduviste por ahí, apenas entrás a la ciudad desde el norte, a la izquierda.
Ahí realmente empezó nuestra semana mágica en Malargüe, el único departamento mendocino que no tiene viñedos, pero que en cambio cuenta con bellísimos escenarios naturales y una de las mejores parrillas del país.
La ciudad es atravesada de norte a sur por la 40, allí llamada Avenida San Martín. Si avanzás en dirección sur, a unas cuadras del hotel ya mencionado hay, a la derecha y a la vera de la Secretaría de Turismo, un reloj grande con arreglos de luces y la fecha del día. Detrás de turismo, medio escondido se encuentra un Centro de Convenciones digno de una ciudad del primer mundo. Y cuando digo escondido quiero decir exactamente eso, está prácticamente bajo tierra y uno no cobra dimensión de su amplitud hasta haber ingresado por varias de sus salas. El Centro de Convenciones es una representación de la Caverna de las Brujas, uno de los atractivos de Malargüe que también pudimos visitar. Más adelante, a la izquerda, está la plaza principal, que con sus desniveles e inclinaciones representa al Payún Liso, uno de los volcanes de La Payunia, una región con alta concentración de volcanes y que se extiende hacia el sur y al este del departamento. Más adelante, en uno de los cruces céntricos, hay una torre con reloj en medio de la avenida que también es una de las fotos típicas de la ciudad. Al final de avenida está el aeropuerto. Malargüe también cuenta con un planetario de excelencia y un centro de investigaciones.
A unos 20 kilómetros al oeste de la ciudad están los Castillos de Pincheira, una formación rocosa bastante particular, que semeja a una fortaleza y parece una forma trabajada por la mano del hombre y no consecuencia del viento y del agua. La única manera de ir es pagando una entrada a un parque privado. No hay manera de alcanzar el lugar si no es pasando por allí. Creemos que debería estar la alternativa de llegar sin ser cautivo de un emprendimiento privado.
La excursión a La Payunia dura todo el día, es un poco cara, pero vale la pena. Sólo se puede ir en vehículos autorizados. Entrar a la Payunia es como pisar marte. Es una amplia región con una alta concentración de volcanes. Se pueden apreciar marcas de lava de distintas erupciones, visitar la boca de un volcán, ver a la distancia otros, y tomar unas fotos maravillosas.

Malargüe es un gran lugar para visitar. Por último, no se puede dejar de visitar la Parrilla El Chuma: el mejor chivo malargüino.

lunes, 27 de marzo de 2017

San Rafael

Y finalmente llegó la hora de volver a la Tierra del Sol y del Vino. Mendoza capital, Luján de Cuyo, y el Aconcagua quedarán para otra visita. Nuestro destino es San Rafael. Con precio accesible y en cómodas cuotas teníamos -a través del área de turismo de SUTEBA- seis días y cinco noches en las Cabañas Villa Maríaflorales.



En el kilómetro 665 de la RN 144 se encuentra este complejo turístico, a medio camino del centro de San Rafael y el Valle Grande. Cuenta con cómodas cabañas para dos, cuatro y más personas. Hay un comedor donde nos preparaban unas ricas cenas ya incluídas en el paquete. Y además de quincho y parrillas, tiene una piscina para refrescarse y tomar sol.


A media hora de auto por la RP 173 está el Valle Grande. Desde unos 10 km. antes del dique comienza la sucesión de ofertas de turismo aventura (rafting, cool river, kayaks, doki, tirolesa y otras). Elegimos SaintJoseph-Amauta Pacha, ya que allí una vez realizada una actividad te podés quedar todo el día y disfrutar de las amenidades del lugar. La experiencia de rafting fue divertida. Éramos seis personas más el instructor, y recorrimos un buen tramo del Río Atuel a lo largo de sus rápidos. También nos pudimos tirar al agua en una parte tranquila del recorrido (escribir esto me hace recordar la frescura del agua y me dan ganas de estar ahí). Ese mismo día intentamos el Cool River. Esto ya no resultó tan divertido. Te dan un gomón, del tamaño de un almohadón, del que te agarrás y tenés que hacer el mismo recorrido agarrado de ese adminículo y pataleando. La actividad requiere esfuerzo físico y algo de destreza en el agua. Laura la venía llevando bien, pero yo no lograba mantenerme en la trayectoria que nos indicaba el joven guía. A tal punto, que a mitad de recorrido dio por terminada la actividad ya que según él se estaba tornando peligrosa para mi integridad física. Me fui del lugar con un sabor agridulce. Por un lado, había disfrutado el rafting, pero claro, ahí era más bien el instructor el que guiaba el gomón mientras nos indicaba cómo remar. Por otra parte, patalear en un río de aguas frías sin poder mantener la trayectoria y tratando de esquivar piedras y que el instructor te saque del agua es algo bastante embarazoso. Pero como soy caprichoso, volvimos a los dos días, le conté mi experiencia a otro de los instructores y le dije que sea un poquito más paciente que el primero y nos haga completar el recorrido. Esta vez, con mucha paciencia nuestra, pero más del instructor, lo logramos. Lo logramos, disfrutar es otra cosa.
La semana iba pasando con días soleados. Mucha pileta y paseos. Recorrimos los veintipico de kilómetros del cañón del Atuel, un serpenteante ripio entre el dique del Valle Grande y la represa el Nihuil. Apenas vi esa obra de ingeniería me dije para mí mismo: “esto, seguro, lo hizo Perón”. Cosa que comprobé luego en Wikipedia. Era impresionante el viento en El Nihuil. Volvimos a San Rafael por la RP 180.




Otro día visitamos Los Reyunos, otro lugar de impresionante belleza. Allí hice -ante la insistencia de Laura- tirobangee, que es tirolesa, pero atado como para banjee jumping. La onda es cruzar el lago colgado a… no sé, 200 ó 300 metros de altura. Se tiró Laura, perfecto; se tiraron unas pibitas, perfecto. Me tiré yo y faltando 15 metros me freno. Dicen que porque cambió el viento. Yo no sé por qué, pero colgado ahí mientras me venían a rescatar tuve tiempo de mascullar dos, tres y más puteadas. Quién me manda. Para peor, Laura diciendo que tuve suerte, que ojalá a ella le hubiera pasado de quedarse colgada ahí.






La semana en San Rafael fue grandiosa: excelente la atención en las Cabañas Villa Maríaflorales, los paseos por la hermosa geografía del lugar, la visita a Bodegas Bianchi, a la Villa 25 de Mayo, al Laberinto de Borges, a la ciudad. La semana siguiente estaríamos en Las Leñas, pero hay un pequeño detalle que no la hacía prometedora, estábamos en pleno enero.



lunes, 20 de febrero de 2017

Pukarainca

Llegó la hora de volver a cruzar para este lado. El 6 de enero dejábamos la casita de Los Almendros y al mediodía siguiente entrábamos a la Cabaña Maríaflorales en San Rafael. Una idea era pasar por las Termas de Cacheuta, donde Laura quería hacer puenting, pero entre tanto trajín y espera para cruzar decidimos parar en Uspallata.

A 14 km. de la rotonda de Uspallata hacia el norte por la RN 149 se encuentra el Hotel Pukarainca, un hermoso hotel en medio de ese valle y rodeado de los Andes para donde mires. Allí descansamos, usamos su pequeña pileta, cenamos en su restaurante, y al otro día partimos a San Rafael.