Más allá de sus opiniones políticas actuales, el escritor peruano Mario Vargas Llosa hace rato hizo méritos suficientes para este premio. Siendo yo muy joven quedé impactado con su cuento largo Los Cachorros y me puse a escribir el siguiente análisis (yo pensaba que era un análisis literario pero no es otra cosa que una recreación de la historia con algunas opiniones mías sobre el cuento).
De todos modos, aquí lo transcribo para quien quiera leerlo
Introducción
De los trabajos de Vargas Llosa que he leído (Los jefes, Los cachorros, La casa verde, Pantaleón y las visitadoras, ¿Quién mató a Palomino Molero?) es justamente el cuento largo que es motivo de este análisis el que más disfruté leyendo. El principal motivo de esto sea tal vez que fue el primer cuento que leí del autor peruano. Pero con el paso del tiempo y varias relecturas debo confesar que Los cachorros es, a mí criterio, uno de los mejores cuentos de los escritores del boom junto con El perseguidor de Cortázar.Por supuesto, junto con el disfrute personal por la lectura de este cuento existen otros elementos que hacen a Los cachorros una verdadera muestra de maestría en el arte de contar historias. Su peculiar estilo narrativo, la originalidad de la trama, y la habilidad para, a través de esta trama, describir a la sociedad miraflorina son algunos de los elementos que hacen a este cuento magistral. Elementos que intentarán ser analizados en este trabajo.Una historia contada a coro
Comencemos diciendo que las historias que se cuentan en Los cachorros son más de una. La principal o, mejor dicho, la que está más a la vista del lector, la que abarca a las demás, es la de Cuellar. La historia de Cuellar es la historia de su accidente y de las consecuencias del mismo en él, en su familia, y en su grupo de amigos. A partir de esto se cuenta paralelamente la historia de la clase media alta de Lima afincada en el barrio de Miraflores. El lector es testigo de la vida estudiantil de los miraflorinos, sus vicios y virtudes, y su transformación en lo que se espera de ellos: personas no muy diferentes a sus padres, con títulos terciarios, trabajos seguros, casas de fin de semana e hijos que estudian en los mismos colegios tradicionales que ellos y sus padres.¿Quien se encarga de narrarnos todo esto? Es muy probable que el autor se haya hecho esta pregunta también. Y es muy probable también que la haya escrito y reescrito un gran número de veces narrada desde distintos puntos de vista. Tal vez narrada por el mismo Cuellar, por su familia, por algún amigo suyo, o por algún narrador omnisciente incluso. Pero Vargas Llosa decide finalmente que esta historia sea narrada por el grupo de amigos de Cuellar. Y cuando decimos grupo nos referimos a éste como ente. Sus mejores amigos son Lalo, Mañuco, Choto y Chingolo, pero no es la voz de ninguno en particular la que oye el lector, sino la voz de todos como grupo. Esto el autor lo logra pasando de la primera a la tercera persona constantemente y pasando del punto de vista de uno de los muchachos a otro, cuando marca que es uno de ellos el que dice algo, sin ningún tipo de convención.Por lo tanto parece acertado decir que la historia de Cuellar es contada por sus pares y que es contada a coro.Cuellar, un niño feliz
En el primer capítulo de este cuento se muestra a un Cuellar seguro de sí mismo y totalmente integrado a pesar de ser el último en llegar al grupo. Llega al colegio Champagnat en 3er año y se integra sin problemas con sus compañeros, se destaca en los estudios y le gustan los deportes, especialmente el fútbol. Sus compañeros lo aprecian a pesar de ser medio "chaconcito" ya que es buena gente. Es el que más propina obtiene de sus padres y comparte las golosinas con sus compañeros. Sus padres son bastante estrictos, no le permiten ir a jugar al fútbol después de la salida del colegio aunque él se muere por ir; él, obediente, regresa puntualmente a su casa.
Cuellar es un niño feliz y tiene todas las características esperables de él. Se adivina que en el futuro será una persona con estudios y preparada, como se espera de él.
Ya en cuarto año logra ser integrado al equipo de fútbol. Se había preparado todas las vacaciones para lograrlo, actitud que lo muestra como una personita tenaz capaz de lograr lo que se proponga.
Todo el primer cápitulo, hasta el accidente, sirve como contraste con el resto de la historia. Cuellar, luego de un entrenamiento es mordido por el perro del colegio en los genitales provocándole una castración. Hecho que lo marcará para toda la vida, ya que al no poder realizarse como hombre jamás podrá ser el miraflorino exitoso que estaba destinado a ser.
Luego del accidente Cuellar sigue teniendo una infancia feliz. Siendo todavía un niño no puede entrever las consecuencias del accidente. Es más, obtiene ventajas de éste. Sus padres ya no son tan estrictos, él descuida los estudios y en el colegio los hermanos lo perdonan en todo. No debemos olvidar que Judas, el perro que muerde a Cuellar, es propiedad de los hermanos del colegio Champagnat, y que estos no sólo sienten culpa por el accidente sino que temen también al padre de Cuellar.
Es notable también cómo sus compañeros en un principio lo envidian. Niños al fin, sólo ven las ventajas que Cuellar obtiene de su accidente.
Entre la compasión y la discriminación
Inmediatamente después de su accidente el primer síntoma de discriminación está en el mote que se le pega en el colegio y sale a la calle para no despegársele nunca. Cuellar se transforma en Pichula Cuellar. En en Perú el término "pichula" es una vulgaridad que se refiere a los genitales masculinos. En principio, Cuellar se resiste llorando, peleándose y quejándose con sus padres o con los hermanos.Su grupo de amigos evita llamarlo así, pero el apodo se le pega con tal fuerza que también ellos terminan llamándolo Pichula. Incluso él termina por aceptarlo.Los verdaderos problemas comienzan en la adolescencia, cuando el fulbito va ocupando menos tiempo en las actividades de los chicos para que el tema principal pase a ser las chicas. Los chicos crecen y comienzan a ir a los bailes. De entrada esto es para Cuellar una actividad más, es aparentemente uno más del grupo. Pero cuando los chicos empiezan a noviar con chicas de su edad él, conciente de su inferioridad, se siente traicionado. Es aquí cuando comienza su declive. Justamente él, el más destacado del grupo, es el que quedará rezagado en estos quehaceres.Lo peor viene con su enamoramiento de una niña que llega a Miraflores, Teresita Arrarte. Cuellar que ya había comenzado a mostrarse distinto (buscaba mostrar su hombría con extravagancias), se asienta por un tiempo. pero también sabe que no tiene sentido ponerse de novio, por lo tanto comienza una larga etapa de sufrimiento. Cuellar y Teresita son concientes de que se gustan, pero él no se decide a proponerle noviazgo. En este punto resulta interesante ver cómo a través del grupo se pone en evidencia la hipocresía de la sociedad. Sus amigos, sabedores de su problema tratan de convencerlo de que se ponga de novio por un tiempo y que al tiempo, con cualquier excusa, la largara. Dando a entender que las apariencias son tan importantes como lo que uno hace o puede hacer. Aparentermente en un principio Cuellar parece aceptar este argumento, pero finalmente se demuestra que jamás lo aceptó. No sólo no se le declara a Teresita, si no que es ganado de mano por un muchacho nuevo en Miraflores. De aquí en adelante comienza la cuenta regresiva final del protagonista. Sin posibilidades científicas de curarse y conciente de que jamás podrá ser quien estaba destinado a ser: uno igual a sus amigos, a los padres de sus amigos, a los futuros hijos de sus amigos; a cualquier miraflorino: burgués, acomodado, y con una profesión segura y rentable; la vida de Pichula Cuellar carece de sentido. Así es como el mismo protagonista lo siente y comienza a vivir acorde a este sentimiento: al límite. Esta nueva vida, o mejor dicho el inicio del fin de su vida, tiene su bautismo simbólico en el episodio en el que Cuellar, un día en el que el mar estaba en condiciones de suma peligrosidad, corre olas delante de sus amigos poniendo en riesgo su vida sin darle la menor importancia. Si bien Cuellar no muere en esa ocasión, podría decirse el joven que sale de las olas tristemente triunfante ya no es él sino su fantasma camino a la muerte.Este no es el único episodio en el que Cuellar arriesga su vida. El lector es testigo de otros en el que conduciendo su automóvil no sólo arriesga su vida, también arriesga la de sus amigos, quienes poco a poco van alejándose de él. Cuellar se queda sólo, es un ser extraño en un medio en el que ya no tiene cabida. Antes de morir trágicamente en un accidente automovilístico, se lo ve rodeados de adolescentes, sus amigos sienten lástima por su destino de posible homosexual, pero lo entienden, saben que no tiene salida, sólo les queda el recuerdo de su amiguito de la infancia. Como ya se dijo, Cuellar termina su vida en un accidente en la ruta. A nadie le cuesta inferir que este accidente no es tal, que es el final buscado por el mismo Cuellar que ya no puede ser como sus amigos quienes a esta altura eran "hombres hechos y derechos ya y teníamos todos mujer, carro, hijos que estudiaban en el Champagnat, la Inmaculada o el Santa María, y se estaban construyendo una casita para el verano en Ancón, Santa Rosa o las playas del Sur, y comenzábamos a engordar y a tener canas, barriguitas, cuerpos blandos, a usar anteojos para leer, a sentir malestares después de comer y de beber y aparecían ya en sus pieles algunas pequitas, ciertas arruguitas".
Más allá de sus opiniones políticas actuales, el escritor peruano Mario Vargas Llosa hace rato hizo méritos suficientes para este premio. Siendo yo muy joven quedé impactado con su cuento largo Los Cachorros y me puse a escribir el siguiente análisis (yo pensaba que era un análisis literario pero no es otra cosa que una recreación de la historia con algunas opiniones mías sobre el cuento).
De todos modos, aquí lo transcribo para quien quiera leerlo
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