martes, 30 de octubre de 2018

Bolsonaro y el voto de la vergonha


A Porto Alegre hoy la gobierna un playboy, el hijo de un empresario, una especie de Macri, un tipo que nunca laburó. Pero esta capital brasilera supo ser allá por 1989 la primera ciudad con prefeito del PT: Olivio Dutra, quien instauró en la última década del siglo XX el presupuesto participativo, haciendo de Porto Alegre vanguardia de participación popular.









Más allá de Marchezan, el prefeito playboy al que hacíamos referencia, Porto Alegre es una ciudad progresista. El estado de Río Grande del Sur, en cambio, con sus estacieros y su tradición gaúcha y gringa, tiene un electorado mayoritariamente derechoso. Por ello es que el resultado del segundo turno entre Haddad y Bolsonaro, a favor de este último, estaba cantado.

Sin embargo, lo que aquí queremos resaltar es la diferencia de actitud entre los votantes de ambas opciones. El día de la elección salimos a recorrer la ciudad y el contraste era impresionante. Los adherentes al PT se paseaban por calles y parques enarbolando orgullosamente sus banderas, sus adhesivos de campaña en camperas, remeras y sombreros. Se saludaban entre sí mientras proferían con entusiasmo #EleNão y #VaiVirar. Por otro lado, y sabiendo de antemano el triunfo de Bolsonaro en el estado gaúcho, era difícil cruzarse con alguien identificado con el Capitán Bolsonaro. Ni calcos con su nombre, ni números 17 (el número de su lista). Apenas alguno que otro con una banderita brasilera o la camiseta verdeamarela. Como en todo el mundo, el fascismo se refugia en un falso y exacerbado nacionalismo. Pero casi ni se los veía, no se mostraban, y los que exteriorizaban su voto, lo hacían sin alegría.
Cada diez entusiastas votantes de Haddad, con suerte algún tímido votante de Bolsonaro. Pero allí estaban, yendo a votar, en silencio, con vergüenza. Aquí, en Porto Alegre, el voto a Bolsonaro fue el voto de la vergonha.

domingo, 18 de marzo de 2018

#Hay2019, Encuentro de la militancia en La Pedrera


El mediodía del viernes 16 de marzo, el gobernador de San Luis Alberto Rodríguez Saá abrió el Encuentro de la Militancia en la Arena de La Pedrera, en las afueras de la ciudad de Villa Mercedes de esa provincia. Las tribunas del estadio estaban repletas de militantes, y en el corral central había dirigentes que hace unos meses era impensado verlos juntos. El nombre que se le dio al enc

uentro, #Hay2019, dio la impronta de lo que se viene buscando: la unidad del peronismo y de todos aquellos que formen parte del campo nacional y popular, con el objetivo de recuperar la patria de las garras de este gobierno entreguista y revanchista.


“Tenemos que construir el camino, tenemos que construir la unidad”, subrayó en el saludo inicial Alberto Rodríguez Saá. Lo siguió en el uso de la palabra el Secretario General de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, quien denunció los numerosos aprietes de parte del gobierno nacional para hacer fracasar la iniciativa. “Que hayamos logrado llevarla adelante demuestra la voluntad de unidad”, señaló el docente. A su turno, Cristina Álvarez Rodríguez apeló a la memoria común que tenemos como militantes: “Una memoria que tenemos que honrar. Una memoria de Perón, Evita, de Nestor y de Cristina.”


Luego, el Diputado Nacional por la provincia de Santa Fe, Agustín Rossi, remarcó que nos enfrentamos a la peor derecha que se ha construido en Argentina. Dijo que este es un gobierno que extorsiona. Tampoco omitió mencionar que este es un gobierno que tiene presos políticos por los que pedimos. Respecto a declaraciones de Macri sobre el crecimiento económico, dijo que no sólo éste es invisible, también lo es la ética de este gobierno refiriéndose a las numerosas cuentas offshore en manos de funcionarios oficialistas y de la familia presidencial. Para finalizar su intervención, el ex Ministro de Defensa del gobierno de Cristina Kirchner dijo enfáticamente que “tenemos la obligación histórica de construir una alternativa, y lo lograremos con unidad. A los que dicen que va a ser difícil les decimos que no empezamos a militar hoy, que no somos una marca.”
Luego, el intendente de la ciudad de Resistencia, Coqui Capitanich, sostuvo que en La Pedrera había una militancia autoconvocada, “no queremos excluir a nadie, como dice Martín Fierro: “hasta el pelo más delgado hace sombra”.” “Gracias al peronismo hay Patria”, sentenció el chaqueño. La ex Diputada Nacional y actual Senadora Provincial, Teresa García, destacó la participación de las mujeres: “Vinimos mujeres de todo el país, con vocación federal. Esta unidad se construye con paridad.”
Otro de los que dieron el presente en La Pedrera fue el camionero Hugo Moyano. “Hay un gobierno ajeno a las realidades de los más humildes,” señaló, “el pueblo nos está pidiendo que nos unamos, no podemos hacernos los distraídos.” Por su parte, la Senadora Nacional por Mendoza, Anabel Fernandez Sagasti, pidió ponerse de acuerdo en el contenido para recién después ver quién lo puede representar. Y Vanesa Siley, Diputada Nacional y dirigente de Sitraju, pidió no mirar a los costados para ver qué está haciendo nuestro compañero. “Miremos para adelante para ver que está haciendo el enemigo. Un enemigo que quiere quitarnos derechos. Celebro que la dirigencia no mire para el costado,” finalizó la joven dirigente.
El último en hacer uso de la palabra fue el Presidente a nivel nacional del Partido Justicialista, el sanjuanino José Luis Gioja, quien agradeció este encuentro de la militancia, y destacó que lo institucional estuviera presente, “pero este encuentro se armó desde los ovarios y las bolas de los y las militantes.” Para finalizar citó una carta de Perón a Framini de 1961: “Es imprescindible dejar de lado aspiraciones, son todas genuinas, pero de lo contrario no tendremos anticuerpos para arribar a la unidad.”



domingo, 7 de enero de 2018

Porto Alegre

Cuando en julio de 2014 regresaba de Río de Janeiro en auto entramos sin querer a Porto Alegre. Apenas di una vuelta manzana en la zona de la Rodoviaria y retomé hacia la ruta que cruza todo el estado de Río Grande do Sul hasta Uruguaiana. Navegar esa tierra, con nombres tan gauchos como Rosario do Sul, Alegrete, y otros, me hacían sentir en nuestras pampas, "porque lo mismo que los hombres de otras naciones veneran y presienten el mar, así nosotros (también el hombre que entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura inagotable que resuena bajo los cascos." Recordaba cuentos de Borges, donde las fronteras entre Uruguay, Argentina y Brasil eran difusas, y todo era tierra de gauchos, y así es en efecto. Ese día me prometí conocer alguna vez el sur de Brasil. 


 

Aún no he conocido el estado en profundidad, pero hace poco más de un mes tuve la oportunidad de visitar Porto Alegre, su capital. Llegué el sábado 25 de noviembre, llovía mucho, y me fui en colectivo hasta el bairro Independência, donde Hosana y César me alojarían en un cuarto que tienen en su departamento sobre la Rua Gonçalo de Carvalho, la más linda del mundo, según dicen.
















Amén de la amabilidad de los anfitriones, y lo bien que me hicieron sentir, Porto Alegre es una ciudad amable. Caminé mucho por Independência, Bon Fin, y el Centro histórico. Fui a correr al Parque Farroupilha, y también por la zona donde me hospedaba, siempre me sentí seguro. 














El mismo sábado que llegué fui al Auditorio Araújo Vianna a ver el concierto que daba Alceu Valença, luego fuimos con Hosana, César, y unos amigos de ellos a comer a la Lanchería do Parque. Yo, siempre ansioso de probar sabores locales, pedí carreteiro de charque. El domingo por la mañana caminé la Brique da Redenção, una feria parecida a la de Tristán Narvaja en Montevideo. Allí conseguí un libro de Jorge Amado a 5 reales, un mate gaúcho típico, y remeras pintadas a mano. Hay de todo.




















Los primeros días de la semana tuve reuniones varias, en la Prefeitura, la Cámara de Vereadores, y en el local del PT de Porto Alegre, pero nunca dejé de recorrer la ciudad. El Mercado Público es un imperdible, allí compré tilapia y camarones para prepararles a Hosana y César un ceviche a la huguini. También en uno de sus pequeños restaurantes comí mocotó (un guiso de mondongo) con una Skol bien fría. Cuatro o cinco días después volví al mercado, esta vez para comer en el centenario restaurante Gambrinus, y volví a probar el carreteiro de charque.















Hablando de comida, en Porto Alegre también se comen unas regias carnes asadas. Al segundo día de estar, fui invitado por César a comer churrasco, asado por él. Algunas diferencias: no usan parrilla, sino que clavan los distintos cortes en varios pinchos que se clavan en la pared del asador mientras se van haciendo al carbón. Los cortes de carne que probé son picanha (cuadril), costela (tira de asado), maminha (colita de cuadril), chorizos, y pechito de cerdo, una delicia. Para comer afuera recomiendo la churrascaria Roda da Carreta, es un galpón grande donde espectáculo musical de por medio, se puede disfrutar todo tipo de carnes asadas.











Otras cosas que no hay que dejar de hacer en Porto Alegre: hacer el recorrido de la ciudad en el bus turístico, y pasear en el lago Guaíba a bordo del Cisne Branco, desde donde podrás apreciar hermosas panorámicas de la ciudad. Hablando de vistas, no te vayas sin visitar la Casa de Cultura Mario Quintana, desde cuya terraza se puede ver una bella puesta de sol. Mario Quintana fue un poeta gaúcho que vivió en ese edificio, hoy museo, cuando aún era el Hotel Majestic.
















Otro paseo que hice fue tomarme el tren en la estación Mercado hasta donde termina, Novo Hamburgo, una ciudad a unos 40 km. de Porto Alegre. Siempre que te guste conocer las ciudades desde el punto de vista de un lugareño, este es un lindo paseo.











Por último, estar en Porto Alegre implica que un día lo reserves para visitar Gramado y Canela, que son un par de aldeas como sacadas de los Alpes y enclavadas en esta zona serrana de Río Grande del Sur. Ahí, aparte de numerosos puntos de interés como la Catedral de Canela, o la Cascada del Caracol, Minimundo, o la compulsiva compra de chocolate, es obligatorio probar el café colonial. Esto es vino blanco y tinto de las serras gaúchas, jugos, innumerables platos de delicias saladas, innumerables platos de delicias dulces, decenas de mermeladas, y claro, café a vontade. Juro que esa es una mesa difícil de superar.
















Qué más de Porto Alegre, recorrer la Rua dos Andrades y alrededores y husmear en sus librerías (me traje Sem Rumo, Porteira Fechada, y Estrada Nova, las tres novelas de Cyro Martins que componen a trilogía do gaúcho a pé, y A Guerra no Bom Fim, de Moacyr Scliar), ir hasta la Usina del Gasómetro, tomar un café en Cidade Baixa,  y charlar con su gente, los brasileros más argentinos de Brasil.