Malargüe es el departamento más sureño de Mendoza, tanto es
así que en la actualidad es considerado parte de la Patagonia. Además, es la
única región de la provincia donde no se produce vino.
Llegamos tras una gran semana en San Rafael al valle de Las
Leñas. Un viaje apacible por la RN144 y la RN40, pero el tramo de la 222 es un
verdadero desastre. Increíble que la ruta que te lleve al centro de skí más
importante del país sea literalmente una seguidilla de pozos en toda su
extensión. Paramos en el Pozo de las Ánimas y nos maravillamos, pasamos de
largo la Laguna de la Niña Encantada, pensando pasar en otro momento, sin saber
que no iba a poder ser. Llegamos al Apartur Hotel, Las Leñas es un lugar
desolado en verano, la idea era ir y venir a Malargüe, pero no contábamos con
lo desastroso de la ruta. Esa noche dormimos en el hotel sin saber si
seguiríamos allí toda la semana o partiríamos a Malargüe. Yo era de la idea de
quedarme, la semana estaba paga. Laura, en cambio, prefería perder la plata y
rajar de esa desolación.
En principio, visitaríamos Valle Hermoso y después
definiríamos. Un hecho fortuito nos dio la posibilidad de “mudarnos” a unas
cabañas en Malargüe. Después de hacer un largo y sinuoso camino de ripio
llegamos la Valle Hermoso, que -como su nombre lo indica- es hermoso: luego de
manejar un buen rato a través de los Andes, divisás desde la altura una laguna
azul y más formaciones rocosas. Un rato más y llegás a un lugar en el que por
un módico precio podés pasar el día. Hay botes para remar por el lago, caballos
para cabalgar, y la posibilidad de comerte algún chivito o cordero, al disco o
a la parrilla. Optamos por un chivito al disco, acompañado de un buen tinto.
Ah, el hecho fortuito: la silla de Lau se rompió, con tanta mala suerte que se
le incrustó un clavo en la pantorrilla. Se hizo una herida bastante profunda.
Por suerte, había gente de gendarmería con un botiquín y le hicieron las
primeras curaciones. Pero como mi compañera es bien guapa, se la bancó hasta la
sobremesa. Volvimos a Las Leñas y le hicieron cinco puntos de sutura y nos
sacaron 5 gambas (la única obra social que tenían era OSDE). Pero esa herida
pedía con urgencia una antitetánica, y en esa salita casi desierta en enero no
había posibilidad, había que ir al Hospital de Malargüe. Lo que en otra
situación hubiera sido un garrón, para nosotros se convirtió en nuestra salida
de Las Leñas, a la que habíamos caído en pleno enero pensando que iríamos y
vendríamos con facilidad a cualquier parte del departamento, algo que por el
estado de la ruta y las distancia sería imposible. La emergencia médica y la
buena voluntad de la gerenta del Apartur hizo que nos decidiéramos comunicarnos
con la empresa Despegar y nos hagan la devolución de los seis días restantes.
De ese modo pudimos huir de Las Leñas y alojarnos en las Cabañas Caligüe, a
metros de la RN40, por la calle que choca contra el Malargüe Hotel. Si
anduviste por ahí, apenas entrás a la ciudad desde el norte, a la izquierda.
Ahí realmente empezó nuestra semana mágica en Malargüe, el
único departamento mendocino que no tiene viñedos, pero que en cambio cuenta
con bellísimos escenarios naturales y una de las mejores parrillas del país.
La ciudad es atravesada de norte a sur por la 40, allí
llamada Avenida San Martín. Si avanzás en dirección sur, a unas cuadras del
hotel ya mencionado hay, a la derecha y a la vera de la Secretaría de Turismo,
un reloj grande con arreglos de luces y la fecha del día. Detrás de turismo,
medio escondido se encuentra un Centro de Convenciones digno de una ciudad del
primer mundo. Y cuando digo escondido quiero decir exactamente eso, está
prácticamente bajo tierra y uno no cobra dimensión de su amplitud hasta haber
ingresado por varias de sus salas. El Centro de Convenciones es una
representación de la Caverna de las Brujas, uno de los atractivos de Malargüe
que también pudimos visitar. Más adelante, a la izquerda, está la plaza
principal, que con sus desniveles e inclinaciones representa al Payún Liso, uno
de los volcanes de La Payunia, una región con alta concentración de volcanes y
que se extiende hacia el sur y al este del departamento. Más adelante, en uno
de los cruces céntricos, hay una torre con reloj en medio de la avenida que
también es una de las fotos típicas de la ciudad. Al final de avenida está el
aeropuerto. Malargüe también cuenta con un planetario de excelencia y un centro
de investigaciones.
A unos 20 kilómetros al oeste de la ciudad están los
Castillos de Pincheira, una formación rocosa bastante particular, que semeja a
una fortaleza y parece una forma trabajada por la mano del hombre y no
consecuencia del viento y del agua. La única manera de ir es pagando una
entrada a un parque privado. No hay manera de alcanzar el lugar si no es
pasando por allí. Creemos que debería estar la alternativa de llegar sin ser
cautivo de un emprendimiento privado.
La excursión a La Payunia dura todo el día, es un poco cara,
pero vale la pena. Sólo se puede ir en vehículos autorizados. Entrar a la
Payunia es como pisar marte. Es una amplia región con una alta concentración de
volcanes. Se pueden apreciar marcas de lava de distintas erupciones, visitar la
boca de un volcán, ver a la distancia otros, y tomar unas fotos maravillosas.
Malargüe es un gran lugar para visitar. Por último, no se
puede dejar de visitar la Parrilla El Chuma: el mejor chivo malargüino.
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