La primer noche nos alojamos todos en un hostal frente a la terminal, y sin darnos un baño salimos a caminar y a comer algo.
El viernes a la tarde fuimos a las minas del Cerro Rico. Es impresionante ver las condiciones en que trabajan los mineros. Víctor, el guía, nos llevó hasta el 4º nivel de la mina. El paseo no es para nada sencillo. De golpe te dicen, "pozo a la izquierda" "pozo a la derecha", y si te asomás no terminan nunca.
Para entrar te dan todo el equipo necesario y nos hicieron comprar para llevarle a los mineros una bolsita con "santa coquita", tunchos (un atadito de 12 cigarrillos armados sin filtro), y una botellita de alcohol puro, que es lo que toman los mineros.
Desde el 1500 y tanto que se extrae plata y otros minerales ininterrumpidamente del cerro. Es impresionante ver cuando uno llega a la ciudad la imagen partida del cerro abierto por todos lados. Y da mucha bronca el saqueo que la corona española hizo en esta ciudad que alguna vez fue la más poblada del mundo y que hoy es una de las más pobres de Bolivia.
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