miércoles, 17 de septiembre de 2014

Las finesses de Wilson Fernández


Tomadas las primeras siete bazas, podríamos decir que Las 13 esposas de Wilson Fernández ha cumplido con la audiencia su contrato parcial. Siguiendo con la metáfora del bridge, a esta altura estamos en condiciones de asegurar que la producción de Gastón Portal va por el grand slam.
El juego de bridge, conocido como el ajedrez de las cartas, se juega con baraja francesa y en pareja, en el que se reparten las 52 cartas del mazo. Quedándole a cada jugador 13 naipes, como las esposas de Wilson. Tenemos a lo largo de esta ficción muchas referencias a este juego, empezando por el nombre del club en el que se desarrolla la narración oral del protagonista: Club Atlético Brillanté, que era un viejo club inglés de cartas, el Bridge & Tea. Betty, Coágulo, Salvat, y el mismo Wilson, se pasan horas sentados a una mesa mientras cada una de las historias es contada, pausadamente, sopesando cada palabra y generando en los receptores reacciones de lo más diversas, muy parecidas seguramente a las que se obtenían en épocas de oralidad pura. Cada capítulo es un baza, cada baza una historia. Betty tiene el as de pica, Wilson el as de corazones, Coágulo y Salvat, los ases de los palos de menor rango. 
 En el bridge, antes de empezar cada mano, se habla con convenciones para establecer con qué triunfo, o sin triunfo, se juega cada mano y cuántas bazas se espera tomar. Aquí, también se habla, todo el tiempo. La mayoría de la acción es relato oral. Betty, partner de Wilson, baja sus cartas para que éste despliegue toda su destreza narrativa.
 A nosotros sólo nos resta seguir engrosando las filas de kibitzers comentando de afuera las finesses, fallos y triunfos de los jugadores, mientras se juega una mano que dura más de treinta años.

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