domingo, 12 de junio de 2016

Il mondo della panoramica

Para el lunes 23 de mayo, un día fresquito pero apacible, decidimos partir a media mañana al Cerro que custodia la capital y en el que se emplaza la Fortaleza General Artigas. Desde ahí se tiene una gran vista de Montevideo a través de la bahía que separa el Cerro del Puerto. Lástima que era lunes y el museo estaba cerrado. Sólo estaba Javier, un “botija” de una de las villas cercanas, que cuidaba coches y nos hizo de guía y fotógrafo.




Seguimos con una visita guiada al Palacio Salvo, un edificio “gemelo” del Palacio Barolo de Avenida de Mayo en Buenos Aires, de hecho fue construido por el mismo arquitecto. El Salvo –dicen- fue el rascacielos más alto de Sudamérica hasta que fuera desplazado en 1936 por el Kavanagh. Nuestra guía nos llevó hasta el último piso, y tuvimos la suerte de entrar en el loft del Arquitecto Amato, un argentino que va y viene entre las dos orillas. Desde allí pudimos obtener las vistas más maravillosas de la Plaza Independencia y la ciudad. Subimos al mirador y luego bajamos al piso 11, recorrimos la terraza y varios departamentos. Nos contaron una simpática historia de fantasmas, que parece no debe faltar en ningún edificio que se precie de emblemático. Lo interesante, es que sugirió que el fantasma podría ser uno de los hermanos Salvo, o su yerno Ricardo Bonapelch, y ahí sí hay una historia interesante que Hugo Burel cuenta de manera muy amena en su libro El caso Bonapelch.




El Palacio Salvo funcionó en un principio como hotel, ahora es un edificio de vivienda y, en menor medida, de oficinas. Antes de que allí estuviera el edificio funcionó la Confitería La Giralda, donde se tocó por primera vez el tango La Cumparsita.






Hermosa y fructífera mañana. ¿Dónde almorzar? Vamos al Café Brasilero, donde Galeano, Benedetti y otros personajes de la cultura urguaya en general solían juntarse. Montevideo es como un pueblo, así que sólo había que cruzar la Plaza Independencia, caminar por la Sarandí hasta la Plaza Matriz, cruzarla en diagonal, y hacer casi una cuadra por Ituzaingó hasta el clásico bar.











Por la tarde fuimos al mirador de la Torre Antel, donde obtuvimos otras vistas de la ciudad, y por la noche comimos pizza en Il Mondo Della Pizza, en 18 de Julio y Convención.



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