Una vez más el
placer de tomar las rutas bonaerenses, y cortar campo hasta alguna localidad de
nuestras pampas. La Riccheri, la autopista Ezeiza-Cañuelas, hacer el zigzag en
Cañuelas que pasa por una especie de castillo abandonado que anuncia desde hace
años birra y pizza por 3,50 $ justo donde tomás la Ruta 3. Nuestro destino,
esta vez, la ciudad de Azul.
Llegamos la
noche del domingo 24 de julio, tomamos las reservas que teníamos en el Gran Hotel
Azul, y salimos a buscar dónde comer. La búsqueda no arrojó resultados, pero
pudimos dar un breve paseo en auto dentro del Parque Municipal Domingo Faustino
Sarmiento y una caminata por la particular plaza General San Martín. Finalmente
cenamos en el hotel. Estaba fresco pa’ chomba, buzo y camperón con capucha.
Corredor Ruta 80
El lunes por la
mañana nos propusimos ir a Boca de las Sierras. El mismo está sobre la Ruta 80,
que une la Ruta 226 con la localidad de Pablo Acosta. Ese trayecto es especial
para explotarlo turísticamente. En pocos kilómetros están Boca de las Sierras,
el Monasterio Trapense y el Viejo Almacén en Pablo Acosta.
En Boca de las
Sierras hay unas esculturas de Regazzoni representando un malón. El parque, de
administración municipal, estaba cerrado (calculo que por ser invierno), pero
entiendo que allí se puede practicar senderismo.
A un par de
kilómetros de allí, está el Monasterio Trapense, que es una cápsula de tiempo.
Entramos y los monjes estaban rezando y cantando. Era como estar dentro de una
iglesia en la Edad Media. Los monjes se levantan 3:30 y se van a dormir a las
19:30. Viven de lo que producen. En la portería se vende miel y tortas galesas,
entre otras cosas.
El corredor
terminaría en Pablo Acosta, donde Viviana y Fabián te reciben con gentileza en
el Viejo Almacén.
El Viejo Almacén, Pablo Acosta
Pablo Acosta,
nos cuenta Viviana, es un pueblo de apenas 28 habitantes. El centro de la vida
del pueblo pasa por El Viejo Almacén, el emprendimiento que junto a su marido Fabián
iniciaron una década atrás. Era lunes por la mañana, hacía frío, y hasta ahí
habíamos llegado con Laura. El lugar estaba cerrado, pero al asomarme noté
movimientos y nos abrieron. Allí tomamos el café de filtro más rico en un buen
tiempo. El local está decorado con viejas pubicidades, y motivos camperos. Un
empleado alimentó con más leña la salamandra que daba más calidez al lugar.
Viviana nos mostró el salón contiguo, que en los fines de semana funciona como
restaurant, donde la especialidad son las picadas con los salamines que elabora
el mismo Fabián. El domingo, nos cuenta, atendieron a más de 100 persona. Llega gente
de todos lados los fines de semana. Atrás de El Viejo Almacén hay dos cabañas
para quienes quieran pasar la noche en el lugar.
Le preguntamos
a Viviana por una construcción grande que se ve al entrar al pueblo y nos
cuenta que esa era la embotelladora de agua mineral. “Por acá abajo hay un
manantial, el agua es riquísima, es la misma que nosotros tenemos de la
canilla. La embotelladora tuvo que cerrar porque no se puede competir con las
grandes marcas”. En ese momento llegó Fabián, quien venía de limpiar las
cabañas, y nos saludó con la misma amabilidad de Viviana. Antes de irnos
pedimos un vaso de agua, y sí, estaba riquísima. Con Laura nos prometimos
volver algún fin de semana a probar las picadas con alguna cerveza artesanal.
Salamone
De nuevo en
Azul, yo quería conocer la fachada del cementerio. Yo ya había visto algún
trabajo de Francisco Salamone en Saldungaray, en Tornquist, en Rauch, pero la
entrada del cementerio de Azul, con su Ángel Vengador custodiando la entrada y
el monumental RIP en mármol negro, es imponente.
La entrada al
Parque Municipal Domingo Faustino Sarmiento también está intervenida con dos torres
de Salamone.
Y por último, la Plaza San Martín, ubicada frente a la catedral de
estilo gótico, se destaca por ser única en su género. Francisco Salamone la
pensó hasta el último detalle. Desde las luminarias y los bancos hasta la
fuente con a estatua equestre del Padre de la Patria. Sus baldosas con guardas
onduladas negras, grises y blancas, ordenadas simétricamente dan la sensación
de estar caminando sobre un suelo con relieve ondulado. Algunos caminantes
incluso se marean al caminarla. Vista desde arriba (yo no pude entrar a la
torre Millenium para tomar una foto desde allí, pero sí lo hice desde el cuarto
piso del Gran Hotel Azul) la plaza parece ser una pirámide que culmina con la
estatua de San Martín en su cima.
Azul, ciudad cervantina
Desde el 2007,
Azul fue declarada ciudad cervantina. Y desde entonces cada año se organizan
eventos académicos alrededor de la figura del autor del Quijote. Además, en
Bartolomé Mitre y Catriel, frente al arroyo Azul, hay esculturas del Don
Quijote, Sancho Panza, y Dulcinea, realizadas por el artista Regazzoni, quien
para muchos es un genio, y para otros un ladri que con chatarra hace
esculturas. Desde esa misma plaza también se ve un mural quijotesco de Miguel
Rep.
El potencial
turístico de Azul es inmenso, el corredor de la Ruta 80, la huella de Salamone,
Azul ciudad cervantina, hacen de esta ciudad un destino atractivo para
cualquiera.
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