Para el lunes contraté una excursión a Cafayate, que está al sudoeste de la capital unos 180 km. Me tuve que levantar temprano, 7:15 me pasaban a buscar. Éramos nueve pasajeros: un matrimonio de V. del Parque, una pareja de Colegiales-Paternal, dos pibes de Laboulaye, Cba., dos chicas que viven en Capital pero que son una de Bahía Blanca y la otra de Neuquén. El chofer-guía Luís, un salteño que además de hacer de guía nos contó que es presidente de una peña gaucha en la que no entran los turistas, en cuanto a su laburo como guía, diez puntos, nos fue explicando muchas cosas interesante durante todo el camino, amenizando todo con humor.
Pasamos por Cerrillos, un pueblo a la salida de la ciudad famoso por sus carnavales, no solo por los corsos, si no porque la gente lo juega con agua, aceite, pintura y cualquier cosa que arruine la ropa, es más dicen que tienen su ropa carnavalera.
En la ruta paramos en un lugar para desayunar y después varias veces a ver paisajes. Primera foto en la ruta a Cafayate
Después, al salir del Valle de Lerma pasamos a la Quebrada de las Conchas, un sinuoso camino de 83 km donde la erosió le dió a las montañas algunas formas caprichosas: el Fraile, el Obelisco, el Sapo, los Castillos, las Ventanas, etc. de todo, hasta te podés poner a bautizar piedras.
La siguiente parada la hicimos en la Garganta del diablo, una cueva en medio de la montaña.
Garganta del diablo
Seguimos camino hacia Cafayate. Antes de la entrada está el Sheraton Cafayate, que según Luis tiene precios que van de 900 u$s a 2900 u$s. Y que el precio depende de la tercer canilla. Todas las habitaciones tienen tres canillas: agua caliente, agua fría, y... vino. De acuerdo a la calidad el vino es el precio de la habitación.
Paramos en la bodega Vasija secreta, donde una guía nos explicó el proceso que utilizaban para elaboración del vino, y después lo más interesante, la degustación de un tinto Malbec, un rosado y un torrontés. Bah, para el que quería. Yo repetí varias veces.
La siguiente parada, Bodega Domingo Hnos. Y acá nada de guía, directo a la degustación. Un chico que venía en la excursión me dijo que le había gustado más el torrontes de acá que el de la otra bodega y que con el tinto alrevés. Me preguntó qué me parecía a mí. Qué sé yo, estaban todos ricos.
Después entramos a la Iglesia de Cafayate que es una de las únicas tres de Sudamérica con cinco naves, mirá vos.
En Cafayate compré un tinto patero y un Mistela. Fuimos a comer todos juntos y a las 15:00 más o menos emprendimos el regreso.
Con Vale, compañera neuquina en la excursión
En el camino de vuelta paramos en lo de unos artesanos con una llamita y en Alemanía, un pueblito fantasma donde viven cinco familias originales y una treintena de hippies. Otra parada, el Anfiteatro, otra cueva en la montaña, cerca de la Garganta del diablo, que, dicen tiene la misma acústica que el Colón (estos salteños). Alemanía
La camioneta empezó a andar en tres cilindros y en un tiro hasta la tuvimos que empujar. Por suerte llegó.
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